Dicen que el primer amor nunca se olvida y -en mi caso- creo que ésta frase es más que cierta. Mi primer amor fué todo. Y cuando digo "todo" es T-O-D-O!: idílico, real, dulce, violento, obsesivo, desprendido... eso fué mi primer amor: todo! Cuando terminó sentí que había muerto y -en realidad- así fué. Una parte de mi murió con aquel amor; una parte que, felizmente, no volverá a mi jamás.
Durante años preferí ignorar lo que había pasado, talvez porque me dolía demasiado, talvez porque no quería cuestionarme sobre quién tuvo la culpa, talvez porque -en mi desquiciada mente juvenil- pensé que, si ignoraba el recuerdo lo suficiente, desaparecería. Bueno pues, el recuerdo no se ha borrado, pero ha pasado tanto tiempo desde entonces que ya no me duele hablar al respecto y -sobre todo- ya no me averguenza reconocer lo PERDEDORAMENTE enamorada que estuve.
Lo conocí -o más bien lo reencontre, pues lo conocía desde siempre- en el verano del 2003. Recuerdo que fué mágico -aunque mi memoria es un tanto caprichosa, así que no se confien demasiado-. Apenas nos vimos nuestras miradas quedaron prendadas y estuve segura de que nada nos separaría desde entonces, pero -como todo de lo que yo "estoy segura"- nada salió como pensé. Cuando mi papá se enteró que a mis cortos 13 años salía con un tipo de 20 -6años, 6 meses y 21 días mayor que yo, y no es que halla sacado la cuenta- me encerró en mis aposentos con dos guardias de 20 metros de alto en la puerta y con un cinturón de castidad cuya llave arrojó por el desague. Así que -gracias a mi, tan comprensivo, padre- fué recién hasta mediados del 2004 que "X" y yo nos volvimos novios.
Si, "X", el de "MG", mi ex novio X. Llevabamos apenas 6 meses cuando sucedió lo de MG y yo -en una muestra de lo grande que éra mi amor por él y lo pequeña que éra mi autoestima- lo perdoné.
Mentiría si dijera que nuestra relación no fué bonita, pues fué hermosa desde su inicio. Hubo besos, caricias, palabras y momentos inolvidables. Hubo navidades, año nuevos, cumpleaños, aniversarios, reuniones familares, días de San Valentín, actuaciones de colegio, mi Graduación, entre otros tantos eventos que pasamos -para variar- discutiendo.
Aún no logro reconocer en qué momento nos fuimos a pique. En qué momento comenzaron los celos obsesivos, los comportamientos desequilibrados, la manipulación, la violencia. Recuerdo haberlo amado con todas mis fuerzas. Recuerdo haberlo odiado hasta querer picarlo en pedacitos diminutos y hacerlo porp corn.
X me dió momentos inolvidables -en todo sentido- y me marcó de una buena y mala manera. Estuvo siempre para mi, ya sea para decirme que las cosas mejorarían, que todo tenía solución y que mis papás se reconciliarían, como para recordarme que no creía que fuese capaz de estudiar leyes y que le parecía una tontería que me dedique a eso. X fué mi ángel y mi verdugo, mi amante perfecto y mi enemigo mortal, mi salvación y mi pena capital, X fué mi primer amor verdadero.
Durante los años que siguieron a nuestro rompimiento me dediqué a fabricar en mi mente una imagen maquillada de lo que fué nuestra relación, en la cual yo éra la pobre víctima de la manipulación de un personaje desalmado que me envolvía en sus garras mientras yo luchaba inútilmente por liberarme. El tiempo, la experiencia y sobre todo los continuos tropiezos amorosos me ayudaron a ver las cosas cada vez con más claridad.
Hoy me doy cuenta de que no soy, ni fuí, la víctima que mi macabra mente fabricó. Hoy me doy cuenta de que fuí partícipe y cómplice de mi propia destrucción. Yo, y sólo yo, perdoné demasiado -hasta el punto de dejar de lado mi amor propio-; yo, y sólo yo, amé demasiado -obsesiva, asfixiante, compulsivamente-; yo, y sólo yo, entregé -y exigí- demasiado. Cometí muchísimos errores, sufrí e hize sufrir -odiandome por eso-, me asfixiaron y asfixié, lloré e hize llorar, me mintieron y mentí, traicionaron mi confianza y yo traicioné, hize, cumplí y rompí promesas... amé y -estoy segura- me amaron.
No voy a echarme toda la culpa -no soy la bruja del cuento- pero tuve mi parte -bastante considerable- de responsabilidad en el fracaso de mi primer amor. Fuí la jovencita caprichosa y malcriada que hizo daño. Fuí la niña desquiciada y pervertida qu hirió al hombre que la amaba. Fuí la muñeca de trapo que quedó tirada en un rincón: sucia, rota, olvidada. Fuí la niña desflorada. Fuí la puta reventada. Jugué todos los papeles de mi tormentosa -y digna de un espacio en Televisa- telenovela personal.
Han tenido que pasar casi 3 años desde que nos separamos para obtener el valor de contar todo, de admitir todo, de perdonar... y sobre todo de pedir perdón.
Han tenido que pasar casi 3 años desde que nos separamos para obtener el valor de contar todo, de admitir todo, de perdonar... y sobre todo de pedir perdón.
Gracias X -si es que algún día lees éste post- porque contigo fui desquiciada, perdedora y dolorosamente feliz.