Mi vida es un caos. Vivir en Lima no es tan divertido como solía ser. Quiero escaparme de Lima -más bien del mundo-. Como dijo Groucho Marx: "¡Paren al mundo que me bajo!".
Me despierto en medio de un desorden que sólo yo puedo provocar. Una cartera a mi costado, otra a mis pies, algo de ropa encima mío, un cargador de celular, un juego de sombras, unos lentes de sol, algunos aretes sin par y una cajetilla de cigarrillos "light" -¡maldita publicidad engañosa!-.
Mientras escucho que mi hermano -con quien, desafortunadamente, comparto departamento- me avisa que son las 7 y media de la madrugada -¡cómo si mi despertador no sonara!- intento, sin éxito, levantarme de entre tantos cachivaches. Luego decido que 5 minutos más de sueño me caerían bien y termino despertando a las 8:05 a.m.
Corro al baño y abro la llave de la ducha. Miro -muy detenidamente- el agua correr y, por un par de segundos, la idea de ir a trabajar sin bañarme no suena tan desquiciada. Algún pequeño rezago de pulcritud se apodera de mí y decido que debo ducharme.
Luego de haberme deshecho de más de 1 libra de contaminación limeña me detengo frente al armario a analizar qué ponerme. Tras probarme una par de pantalones y algunas blusas me decido por lo primero que escogí y salgo disparada con un par de aretes en la mano y una cartera que combine.
Me subo al primer taxi que encuentro y, mientras el chofer se deleita con alguna cumbia de moda, me pongo los audífonos del ipod y empiezo a maquillarme -a ver si logro llegar al trabajo ligeramente decente-.
Hoy me siento vapuleada. Hoy no tengo ganas de trabajar. Hoy estoy confundida.
Hoy no sé si estoy tan enamorada de L como pienso. Hoy no sé si G aún sigue vivo. Hoy no sé si SPRTN aún recuerda mi nombre. Hoy no sé si X me sigue odiando. Hoy no sé que voy a hacer con mi vida.
Hoy mi trabajo es corregido. Hoy no me sale nada bien. Hoy mi jefe ve en mi cara que no es un buen día e ignora mi ineptitud. Hoy me preguntan si me siento bien. Hoy estoy triste. Hoy me tropiezo al subir las escaleras del estudio. Hoy se rompe el taco de mi sandalia al bajar del taxi. Hoy no salió el sol. Hoy el ascensor de mi edificio se malogra conmigo adentro. Hoy me viene la regla. Hoy no es mi día. Hoy soy –simplemente- torpe, inútil, incompetente.
Hoy rompí la dieta. Siendo francos, no la rompí: la destruí, la aniquilé, la hice trizas. Hoy me “empujé” varios slices de pizza, libé algunos litros de cebada fermentada en agua y aromatizada con lúpulo -léase cerveza- e inhalé una considerable ración de cigarrillos.
Hoy soy un desastre.
Sin embargo, a pesar de todo, creo que aún tengo motivos para sonreír.
Hoy sentí que un tipo que me encanta coqueteó conmigo. Hoy creo que le gusto a A. No sé si es otra jugada de mi desquiciada imaginación adolescente. No sé si en verdad lo atraigo o sólo me ve como a una niña y me tiene cariño. No sé si en realidad piensa que soy inteligente o finge creerlo para hacerme sentir bien. No sé porqué me pongo nerviosa cuando estoy cerca de él. No sé si L lea éste post y se entere de que me gusta alguien más. En verdad, no importa demasiado, pues tampoco le importo demasiado a L como para producir la mínima chispa de celos. Decidí que, ya que por el momento no puedo -o no quiero- dejar de ver a L, lo tomaré como lo que es: un romance de verano sin ningún compromiso -y sobre todo, sin ningún sentimiento de por medio-.
BRIP!
Suena mi celular y me sorprendo al recibir un mensaje de texto de A. Me desea un buen día y me dice que espera que esté estudiando para mi examen de mañana. Eso me confunde, me emociona y me aterra.
Quiero dejar a L porque siento que no es suficiente lo que tenemos. Soy inmensamente feliz cuando estoy con él pero me duele demasiado saber que nunca será más de lo que es. Quiero alguien que sea únicamente para mí y L no encaja en esa hipótesis de incidencia.
Talvez A tampoco sea para mi pero no puedo evitar que me duela la panza cada vez que lo veo. A surge como algo nuevo, algo que me hace sentir mariposas -aunque puede ser debido a la gastritis- . Algo que me aterra, algo que me encanta.