lunes, 17 de agosto de 2009

El peor corte de pelo


Estoy a punto de dormir. Tirada, cual sapo verde y viscoso, sobre mi cama caigo en la cuenta de que ya deben de ser casi las 11 de la noche y, para variar, no estoy de juerga. No señores, no. Es viernes por la noche y no me estoy embriagando en algún antro de lima, sino que –contra todo pronóstico- estoy recostada sobre mi cama leyendo por quinta vez el penúltimo libro de la saga de Harry Potter.


Pienso -solo para torturarme-en lo mucho que debe estar divirtiéndose A y, claro, en lo mucho que debe haber tirado estos días. Porque, sin duda, cuando uno se va de viaje a otro país –ya sea solo o acompañado- eso es lo que hace: tirar. En fin. Interrumpo mi intelectualísima lectura y me preparo para dormir cuando, de pronto, suena “Yo te diré” de Miranda, canción predestinada en mi celular para las llamadas de A y para mi despertador matutino.


Puto despertador, pienso sin caer en la cuenta de que no puede ser mi despertador ya que es casi media noche. Rápidamente busco mi teléfono y al encontrarlo siento como mi corazón se detiene por dos segundos y luego empieza a palpitar el triple de rápido de lo habitual.


Es A.


Sujeto fuertemente mi teléfono y salgo corriendo hacia la sala para contestar con un emocionado “hola” que parece intimidarlo. Hablamos durante un buen rato y al colgar estoy tan excitada de la emoción que no puedo cerrar los ojos en toda la noche. A la mañana siguiente la felicidad no se me puede borrar de la cara e incluso algunos de mis amigos más cercanos se atreven a preguntar si me he echado un polvo matutino, por lo radiante de mi sonrisa.


Quiero -necesito- ser la niña más linda del mundo para el lunes en la noche, momento en el cual-por fin- volveré a ver a A. Es así que acudo presurosa a “Toque X”, un centro de belleza ubicado en la av. Shell, en Miraflores.


Pido manicure y un corte -como siempre- y mientras que me lavan el pelo pienso en lo linda que me quiero ver para A.


Le indico a la estilista que me recorte las puntas y mantenga la forma de mi corte, así que me relajo mientras ella hace su trabajo. Veo como van cayendo los mechones de pelo en el suelo y –solo por un momento- sospecho que, quizá, esté siendo demasiado. Veinte minutos más tarde y después de haberle pedido que me recorte el acostumbrado flequillo de medio lado, me horrorizo al encontrarme en el espejo con el peor corte de pelo de la historia.


Rompo en llanto.


Soy cualquier cosa menos la guapa mujer que quería ser. Estoy totalmente segura de que A me verá y saldrá corriendo -no lo culpo, yo haría lo mismo-. Soy un monstruo, un elefante de circo gordo y melenudo.

No quiero ver a nadie.


No quiero ver a A.


Muero de vergüenza.


¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Trágame tierra, por favor!!!!!!!!!

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