jueves, 30 de julio de 2009

Cómo terminar con tu novio y no morir en el intento


Hace no mucho G y yo terminamos. Sería más exacta diciendo que YO terminé con él pero así no es como se expresan las personas decentes y de bien. Los adultos siempre dicen: “Hemos terminado”, “Decidimos terminar” o alguna hierba similar y ya que precisamente eso es lo que vivo intentando ser –un adulto- diré que G y yo “decidimos tomar caminos distintos”.


Ya se imaginarán lo difícil que fue dejarlo. Lo quería, no tiene sentido negarlo. Dejarlo fue, sin duda, dejar también una parte importante de mí. Claro, estamos hablando de la parte perdedora, estúpida, crédula, mentecata, de mi parte pánfila con la que –a pesar de todo- me había encariñado enormemente.


Sin embargo, estar con G me estaba haciendo mucho daño y para ser sincera no estaba dispuesta a seguir soportándolo. Y que quede totalmente claro que cuando digo que no estaba dispuesta a seguir con él no se trata de un acto de amor propio, de dignidad, de autoestima o de –por lo menos- vergüenza, no señores. Como ya todos sabemos ésas son virtudes inexistentes en mí. La única razón por la que decidí alejarme de G es que –por increíble que parezca- ya no lo amaba. Como ya lo dije en un post anterior, G se encargo de que todo el amor, la pasión y el deseo que en un momento sentí por el se esfumará de mi para dejar en su lugar un amargo sabor a “la cagaste”.


A pesar de todo, terminar con él fue dificilísimo – casi un parto-. Así que para superar ése trance natural que suponen todos los rompimientos he aquí diez sencillos pasos para terminar con tu novio y no morir en el intento.


PASO 1: BORRA SU(S) NUMERO(S) DE TU AGENDA.


Toma tu celular y borra sus números telefónicos. El de su(s) celulares, el de su casa, el de su trabajo, todos! Si posees –como yo- una memoria sumamente frágil para los números telefónicos esto te ayudará a no llamarlo, a no volver, a no caer otra vez. Ahora, si en cambio eres una persona con una memoria prodigiosa y no puedes sacar su número de tu cabeza, pues empieza a darte martillazos en el cráneo y seguramente en poco tiempo ya no podrás recordar nada.


PASO 2: DESAPARECE SUS COSAS.


No es necesario que las botes o las quemes, los recuerdos siempre van a ser lindos cuando sólo son eso: recuerdos. Pero mientras su ropa, sus cartas, sus regalos y demás signifiquen algo más que recuerdos para ti deberías encargarte de que estén en un lugar donde no te los topes a cada rato (mucho mejor si están fuera de tu alcance). Encontrarte con su camisa en el closet o su cepillo dental en el baño sólo hará que sientas su presencia, lo extrañes e inevitablemente… lo llames.


PASO 3: ¡HELADO EN TONELADAS!


Éste es el paso más divertido, más productivo y con más calorías. Compra unos buenos de litros de tu helado favorito y coge una cuchara –o mejor un cucharón-. En mi experiencia el helado de fresa es el mejor para pasar las penas de amor, pero cada quien con sus gustos. Instálate frente al televisor y mira las películas que se te antoje mientras comes todo el helado que desees. Si buscas consejo cinematográfico te puedo sugerir: “cansada de besar sapos”, “el diario de Bridget Jones (1 y 2)” y “Jamás besada”.


Nota: No olvides tener un paquete de klennex contigo, no querrás levantarte a media película para buscar uno –y créeme que lo necesitarás-.


Nota2: ¡Cuidado con éste paso! Tiempo máximo de duración: 3 días. El exceso en el tiempo máximo establecido constituye un grave peligro para el proceso de recuperación y para la silueta de la paciente.


PASO 4: ¡A BAJAR LAS CALORIAS GANADAS!


Una vez que ya lloraste todo lo que te dio la gana y que ya tragaste todo el helado que quisiste es hora de perder las calorías ganadas, no queremos que tu ex te encuentre gorda y desmondongada la próxima vez que te vea. Matricúlate en un gimnasio cerca de casa y queda con una amiga para correr todas las mañanas. Hacer ejercicio –aunque vaya en contra de mis principios morales y religiosos- es una buena alternativa para mantener la mente ocupada y, más importante aún, para bajar todas las calorías adquiridas durante el paso anterior.


PASO 5: HAZ PLANES CON TODO EL MUNDO.


Ve al teatro, al cine, a embriagarte. Haz planes con tus patas más juergueros –que para eso sirven-. Llena tu agenda con pendientes, dile SI a todas las invitaciones que te lleguen. Olvídate de los prejuicios y sal con todos los chicos que se te antoje. No tienes que agarrartelos a todos. Coquetea, diviértete, pásala bien –que hace tiempo que no lo haces y, sinceramente, te lo mereces-.


PASO 6: SHOPPING TIME!


Es hora de comprar toda esa ropa que él no te dejaba usar. Vuelve a las minifaldas y a las blusas escotadas. Comprar es definitivamente una terapia y te ayudará a olvidarte del mundo por un buen rato. Además, comprar siempre nos pone de buen humor y terminarás tan cansada que llegarás directamente a la cama.


PASO 7: CAMBIO DE LOOK


Te cuidado con éste paso. Un cambio de look poco pensado podría tener consecuencias catastróficas. Busca una buena peluquería y hazte un corte moderno y casual. Depílate y hazte un diseño atrevido en las uñas. Recuerda que bien podrías cruzarte con el cretino de tu ex y querrás mostrarle el lomazo que se le fue de las manos. Además, quién sabe donde y cuando encontrarás al amor de tu vida así que más vale estar regia!


PASO 8: PASA UNA NOCHE LOCA


Sé que suena algo inmoral y que puede herir algunas susceptibilidades, pero pasa una noche verdaderamente loca! Los yankees –sé que no es una buena referencia, pero en fin- tienen un dicho bastante aplicable al tema en concreto: “The Only way to get over a man is getting under a man”. Así que ponte una minifalda provocativa, una blusa escotada y tacones altos. Suéltate el pelo y levántate a quien más te guste –eso si, con las precauciones del caso y teniendo muy pero muy en cuenta que NO VALE INVOLUCRARSE!-. Qué importa lo que piense el mundo, tu haces lo que te da la gana!


PASO 9: ESTABILIZATE.


Luego de haber pasado por todos los “picos” necesarios para superar una pena de amor, relájate un poco y estabiliza tu vida. Ordena prioridades: la universidad, la chamba, la familia, los patas,… No tienes que volver a la rutina pero en este punto te darás cuenta de que puedes tener un ritmo de vida sin que “tu ex” este dentro de él.


PASO 10: EN BUSCA DE OTRO SAPO AZUL.


Ahora que ya lo sacaste de tu cabeza y ya te divertiste todo lo que quisiste con todos los chicos que te dio la gana estás lista para encontrar a otro cretino que te vuelva a hacer sufrir. Bueno, ¿qué esperabas? De eso se trata, de reír y llorar luego.

miércoles, 22 de julio de 2009

Something more than an affair II

Suenan campanas de iglesia.

Juan Pablo está esperando en el altar, tan atractivo como siempre.

Carla, hermosa y delicada, camina hacia el altar.

La multitud los mira, los admira. Difícilmente se encuentran parejas tan afines.

Parecen hechos el uno para el otro.

Elena, sentada en la última banca de la iglesia ve como Juan Pablo se le escapa de las manos.

Elena está dispuesta a aceptar únicamente lo que Juan Pablo puede ofrecerle: un poco de sexo casual. Elena no está dispuesta a dejar a Juan Pablo, está enamorada de él, lo necesita, lo desea, le hace falta. Elena y Juan Pablo mantienen, a pesar del matrimonio de él, un romance secreto y lleno de pasión.


Juan Pablo cierra la puerta detrás de él. Elena lo había estado esperando.

Se miran y no hacen falta más de 3 segundos para que uno esté encima del otro.

Elena siente como Juan Pablo la hace suya una vez más, como le hace el amor.

Ella ya es de él aunque él nunca sea de ella.

Elena explota en un orgasmo único y cae extasiada sobre Juan Pablo.

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Dan las 6 de la mañana y suena el siempre inoportuno despertador.

Ha sido una noche mágica, piensa Elena mientras se da vuelta en busca del hombre que ama.

No está.

No se ha marchado.

Simplemente no pasó.

Una lágrima recorre la mejilla de Elena al darse cuenta de que todo fue sólo un maravilloso sueño.

Elena nunca fue de Juan Pablo.

Juan Pablo nunca fue de Elena.

Elena despierta para darse cuenta de que él no está, nunca estuvo.

Juan Pablo despierta para darse cuenta de que ella no está, nunca estuvo.

Todo fue un sueño maravilloso. Todo fue una mentira. Todo fue lo que ambos desearon que fuera y lo que nunca pudo ser.

domingo, 12 de julio de 2009

Something more than an affair...


Elena es una joven estudiante universitaria que cursa el último ciclo de su carrera y tiene un trabajo por el cual vive apasionada. Juan Pablo es un profesional casi cuarentón poco dedicado a su trabajo que, por alguna razón del destino, terminó –en sus ratos libres- dictando clases en una prestigiosa universidad de su ciudad. Elena falta a la mitad de sus clases. Juan Pablo raramente va a trabajar. Elena puede estar padeciendo la peor migraña de su vida pero jamás faltará al trabajo. Juan Pablo puede estar con 39 grados de fiebre y aún así no faltaría a dictar en la universidad. Elena se baña dos veces por semana. Juan Pablo es extremadamente pulcro. Elena lee Harry Potter. Juan Pablo lee a Arturo Perez-Reverte. Elena es capitalista. Juan Pablo es Patria Roja. Elena desayuna un vaso de coca cola y un cigarrillo. Juan Pablo lleva años sin fumar. A Elena no le interesa lo que el resto piense de ella. Juan Pablo vive fingiendo ser quien no es para encajar en la sociedad. Elena ha perdido la cuenta de con cuantos tipos se ha acostado y nunca tiene un novio estable. Juan Pablo está comprometido y la fecha de su matrimonio no tarda en llegar.

Elena tiene 25 años. Juan Pablo cumple 40 éste mes.

Elena es –a decir verdad- una muchacha bastante feúcha. Siendo sinceros, Elena no es el tipo de chica en la que los chicos suelen fijarse. Poseedora de una no muy larga y bastante maltratada cabellera, una frente algo grande, pronunciadas bolsas bajo los ojos, una nariz fuera de lo común y un cutis poco cuidado Elena se sabe poco atractiva. Y tampoco es que su cuerpo pueda ayudarla demasiado. Elena es más bien gorda y no muy alta, sin demasiado trasero y con delanteras inexistentes. Sin embargo, Elena es una muchacha bastante inteligente aunque no lo suficientemente avispada como para explotarse al máximo y sacar su potencial a relucir. Elena se conforma con aprobar las materias con notas mediocres y sin demasiado esfuerzo.

Juan Pablo es –en cambio- un hombre sumamente atractivo, a sus casi 40 años aún roba suspiros por los pasadizos de la universidad. Juan Pablo es dueño de una interesante cabellera entrecana, ojos claros y sinceros y una sonrisa ganadora que logra que más de una de sus alumnas termine el ciclo enamorada de él. Sin embargo, él nunca se ha creído demasiado la idea de su atractivo y prefiere creer que cada vez que una alumna se le acerca de manera coqueta e insinuante es única y exclusivamente para obtener algún beneficio en su calificación.

Corría el mes de enero y Elena llegaba, para variar, tarde a su primera clase. Era un curso que no debía llevar y en el cual, sin embargo, estaba matriculada. Juan Pablo era –como supondrán- el profesor del curso. Se suponía que ése ciclo no dictaría pero –por alguna extraña razón- ahí estaba.

“¿Y ésta?” pensó Juan Pablo al ver entrar a Elena por la puerta del salón. Despeinada y falta de aliento, definitivamente no era su mejor momento.

A pesar de la relación profesor-alumno que mantenían, Elena y Juan Pablo rápidamente se hicieron buenos amigos. Una química especial los unía y –por esas cosas que ni el destino entiende- Juan Pablo se sentía atraído por Elena.

“¿Qué me pasa?” pensaba Juan Pablo a cada momento. Y es que Elena, como ya hemos dicho, no es una belleza despampanante –que digamos-. Eran completamente diferentes y sin embargo la atracción entre ambos se hacía evidente.

Por otro lado, Elena –que ya había notado la atracción que despertaba en Juan Pablo- se había invitado a si misma a divertirse un poco y a –¿por qué no?- disfrutar de algo de sexo loco y sin compromiso.

Se acostaron, si. No una, ni dos, sino muchas veces. El deseo y la complicidad entre ambos tenía su máxima expresión cuando, desnudos y exhaustos después de hacer el amor, se decían “te quiero” al unísono, como si se tratara de una escena ensayada. Elena disfrutaba mucho de la compañía de Juan Pablo y él, sin duda, la pasaba bien a su lado.

Elena era diferente, le inspiraba confianza. Juan Pablo no sentía que ella quisiera aprovecharse de su condición de profesor. Además, Elena no lo juzgaba. Él podía ser totalmente sincero con ella, totalmente abierto, totalmente él.

Para Elena, Juan Pablo era –además de un hombre interesante, elocuente y con muy buen tema de conversación- su mejor consejero, su más fiel amigo y su amante apasionado.

Ninguno de los dos se dio cuenta en qué momento las cosas se salieron de control, en qué momento se cruzaron las líneas, las barreras, en qué momento llegaron al punto en el que están hoy.

Elena está profundamente enamorada de Juan Pablo y él… bueno, él la quiere, la desea, no quiere separarse de ella pero es totalmente consciente de que está enamorado de Carla y que es ella con quién pasará el resto de su vida.

Carla y él llevan más de 10 años juntos y el matrimonio no es un gran paso, es sólo una formalización de lo que ya son hace mucho tiempo: marido y mujer. Él la ama y ella lo ama a él.

Juan Pablo se casa éste 28 de Julio y se va de luna de miel.

Elena sufre porque no podrá verlo pero sabe que así es como deben ser las cosas.

Elena debe buscar a alguien más.

Elena lo ama y nunca se atreverá a decírselo.

Juan Pablo no quiere dejarla, la desea, le hace bien estar con ella.

Juan Pablo no quiere hacerla sufrir.

Juan Pablo sabe que ella no será completamente feliz a su lado.

martes, 7 de julio de 2009

La Gordita


V: ¿Tienes una amiga medio faltosa no? Medio grosera…
A: ¿Quién? ¿Qué amiga?
V: Tu amiga, pues. Esa… ¡la gordita!


Ok, morí. Corten mi cuerpo en pedazos y tírenlos a los perros.


V -una venenosa pero bastante guapa conocida de A- se refirió a mí como “la gordita”.


Ok, no es la primera vez que me pasa así que tomémoslo con calma.

Si bien no es la primera vez que alguien utiliza una frase así para referirse a mí, esto había dejado de ser una constante. Nadie me llamaba así en… veamos… 7 años!!

Como ya lo saben, durante mis primeros años en la secundaria fui víctima de innumerables sobrenombres y apelativos que hacían referencia a mi –¿cómo decirlo?- abundancia. Fueron épocas traumáticas donde no sólo pesaba casi media tonelada sino que medía menos de un metro de altura –imagínenme, toda una espécimen circense-.

Ahora -varios años, dietas y polvos después- soy una persona completamente diferente. El ego pisoteado que me caracterizaba en ésas épocas escolares es ahora una autoestima blindada, o por lo menos existente. Hoy por hoy suelo sentir que puedo levantarme al tipo que se me antoje, suelo sentirme segura de mi misma.

Es por eso que me parece tan curioso como un comentario cualquiera puede, como hoy, sumirme en la más profunda y absurda depresión.

Ha de ser porque ése comentario ponzoñoso venía nada más y nada menos que de V.
V, la atractiva e inteligente V. V es lo que todo hombre quisiera tener y lo que toda mujer desearía ser.

Dueña de una larga y hermosa cabellera azabache, un par de delanteras respetables, caderas digas de ser montadas, un trasero bastante firme y un buen par de piernas, V se sabe atractiva. Y no es solo el hecho de que sea atractiva, sino que además de eso la muy accesible es inteligente y esa inteligencia suya la hace poder ser todo lo venenosa que quiere ser.

Estoy gorda, si! Pero juro que para antes de que acabe el ciclo (antes de que nos entreguen las notas de los finales) habré bajado por lo menos unos 7 kilos. Palabra de futura anoréxica!


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Como todas las noches, espero ansiosa el volver a verte.


Ahí estás, tan interesante y atractivo como siempre.


Sé que sólo tenemos unos minutos, unos instantes.


Sé que probablemente suene el teléfono, sé que probablemente debas marchar.


Y también sé que nada de eso importa ahora, que lo único que quiero es no perder ni un segundo a tu lado.


Porque no quiero cerrar los ojos, porque no quiero perderme ni un instante de ti. Porque me haces inmensamente feliz!