Después de un par de semanas y algunos intentos fallidos, lo conseguí. Terminé con L -el protagonista del post anterior- y que quede claro que cuando escribo "terminar" me refiero a dejar de verlo -no puedo terminar algo que nunca comenzó-.
Aún no entiendo de donde saqué los huevos -docena y media, por cierto- necesarios para pronunciar esas 5 palabritas estúpidas que salieron de mi boca mientras me maldecía a mi misma por dentro: "tengo que dejar de verte".
¿¿"TENGO QUE DEJAR DE VERTE"??? ¿Qué clase de frase es ésa? ¿Tengo? Por lo que veo nadie me obliga, solo yo. No TENGO que dejar de verte. ¡No QUIERO dejar de verte! Es más, quiero estar siempre a tu lado. Quiero despertar cada mañana recostada en ti. Quiero esperar ansiosa todos los días a que llegue la noche para verte aunque sea unos minutos. Quiero que seas TU la última persona en besarme, en tocarme, en amarme. Quiero ser completamente, únicamente, apasionadamente, orgásmicamente tuya. Quiero saber que mueres de celos si de pronto volteo el rostro y miro a alguien más. Quiero enojarme al darme cuenta que miras a otra en la calle y que, cuando te percates de mis celos, te burles y me digas que soy una tonta porque no hay nadie que te llame la atención más que yo. Quiero que me digas "bebe", "amor" y todos esos apodos chiclosos y cursis que suenan tan bien cuando te tengo encima mio. Quiero... estar siempre contigo.
Que ilusos que somos a veces los adolescentes. Que ilusas que somos siempre las mujeres. Que increiblemente ilusa que soy yo -adolescente y mujer, todo a la vez carajo!-. Que tonto de mi parte fué pensar que podía iniciar un romance con éste hombre y manejar la situación. Pensé que por ser mujer, joven y medianamente inteligente podía mandar yo. Podía llevar yo las riendas. Podía ser yo quien manejara la situación, la "relación".
¡Que ilusa! No me dí cuenta de que al final fué él el que me manipuló, el que logró que me enamore como no creo haberlo estado nunca. Fué él el que -silenciosa, inteligente, sagazmente- me enredó en su juego. Fué él el que me hizo descubrir cosas que nunca había vivido, que nunca había sentido. Él me hizo -casi obligó- a conocerme a mi misma, a conocerme profundamente, a disfrutar de mi. Con él fuí sincera y no me dió miedo lo que pensara de mi. El supo que yo lo amaba incluso desde antes que yo misma me percatara. Incluso, cuando logré decirle que no podía verlo más, adivinó a la perfección cómo me sentiría después. Me dijo con ese tono autosuficiente -característico en él-:
"No puedes dejarme. Sabes que no. Mañana vas a tener un día de mierda pensando en si te voy a llamar. Vas a andar desesperada por que te llame y en la noche, cuando te des cuenta de que ya es muy tarde y no llamaré, no podrás dormir. Me extrañarás. Querrás tenerme. Porque nadie te ha hecho sentir como te has sentido conmigo. Porque a nadie has amado como me amas a mi."
L tiene razón. Yo suspiro. Le digo que lo odio. Me dice -sin perturbarse- que no es cierto, que lo amo. Me exige que le diga que lo amo y me susurra que aquel "te odio" le dolió. Lo complazco y le digo que lo amo. No miento y tampoco mentí al decirle que lo odio. Odio su actitud segura, su alto concepto de si mismo y su ego infinito. Odio su sonrisa ganadora, como se mueve su boca y su forma de mirar. Odio lo que siento cuando me toca. Odio que me tiemblen las piernas cuando me besa. Odio no poder sacarlo de mi mente. Y sobre todo, odio que no lo odio, que lo quiero, que me muero por tenerlo en éste preciso momento.
Amo a L. L ama a alguien más. Que irónico. Qué cómico. Qué, sorprendentemente, usual. He decidido que no estoy hecha para el amor -lo cuál no quiere decir que no esté hecha para disfrutar de sus placeres-. Seguiré mi camino y L seguirá el suyo. Dicen que después de terminar con alguien, el tiempo que uno tarda en olvidarlo -entiendase superarlo- es igual a 1 día por cada mes que estubieron juntos. L y yo salimos durante 1 mes. Han pasado 2 días y definitivamente su imagen está más presente que nunca en mi mente.
Comenzé este post criticando mi propia frase "Tengo que dejar de verte" y terminé dándome cuenta de que lo que debí decir en ése momento es "Te amo, pero lo correcto -lo moral, lo saludable, lo mejor- es que te deje de ver y he decidido que -por una vez en mi vida- voy a hacer lo correcto".
Sabes que no quiero hacer lo correcto. Sabes que te quiero -es más, te necesito-. Pero llegué al punto en que estoy enamorada -¡todo por tu puta culpa!- y no puedo seguir contigo sabiendo que estás con alguien más, sabiendo que te tengo que compartir, sabiendo que estoy en segundo lugar.
En fin, me enamoré otra vez y -¡valla novedad!- perdí otra vez.
L: si lees éste post.. sólo para que lo sepas... me enamoré de ti desde el momento en que me dijiste "es un trato".
Aún no entiendo de donde saqué los huevos -docena y media, por cierto- necesarios para pronunciar esas 5 palabritas estúpidas que salieron de mi boca mientras me maldecía a mi misma por dentro: "tengo que dejar de verte".
¿¿"TENGO QUE DEJAR DE VERTE"??? ¿Qué clase de frase es ésa? ¿Tengo? Por lo que veo nadie me obliga, solo yo. No TENGO que dejar de verte. ¡No QUIERO dejar de verte! Es más, quiero estar siempre a tu lado. Quiero despertar cada mañana recostada en ti. Quiero esperar ansiosa todos los días a que llegue la noche para verte aunque sea unos minutos. Quiero que seas TU la última persona en besarme, en tocarme, en amarme. Quiero ser completamente, únicamente, apasionadamente, orgásmicamente tuya. Quiero saber que mueres de celos si de pronto volteo el rostro y miro a alguien más. Quiero enojarme al darme cuenta que miras a otra en la calle y que, cuando te percates de mis celos, te burles y me digas que soy una tonta porque no hay nadie que te llame la atención más que yo. Quiero que me digas "bebe", "amor" y todos esos apodos chiclosos y cursis que suenan tan bien cuando te tengo encima mio. Quiero... estar siempre contigo.
Que ilusos que somos a veces los adolescentes. Que ilusas que somos siempre las mujeres. Que increiblemente ilusa que soy yo -adolescente y mujer, todo a la vez carajo!-. Que tonto de mi parte fué pensar que podía iniciar un romance con éste hombre y manejar la situación. Pensé que por ser mujer, joven y medianamente inteligente podía mandar yo. Podía llevar yo las riendas. Podía ser yo quien manejara la situación, la "relación".
¡Que ilusa! No me dí cuenta de que al final fué él el que me manipuló, el que logró que me enamore como no creo haberlo estado nunca. Fué él el que -silenciosa, inteligente, sagazmente- me enredó en su juego. Fué él el que me hizo descubrir cosas que nunca había vivido, que nunca había sentido. Él me hizo -casi obligó- a conocerme a mi misma, a conocerme profundamente, a disfrutar de mi. Con él fuí sincera y no me dió miedo lo que pensara de mi. El supo que yo lo amaba incluso desde antes que yo misma me percatara. Incluso, cuando logré decirle que no podía verlo más, adivinó a la perfección cómo me sentiría después. Me dijo con ese tono autosuficiente -característico en él-:
"No puedes dejarme. Sabes que no. Mañana vas a tener un día de mierda pensando en si te voy a llamar. Vas a andar desesperada por que te llame y en la noche, cuando te des cuenta de que ya es muy tarde y no llamaré, no podrás dormir. Me extrañarás. Querrás tenerme. Porque nadie te ha hecho sentir como te has sentido conmigo. Porque a nadie has amado como me amas a mi."
L tiene razón. Yo suspiro. Le digo que lo odio. Me dice -sin perturbarse- que no es cierto, que lo amo. Me exige que le diga que lo amo y me susurra que aquel "te odio" le dolió. Lo complazco y le digo que lo amo. No miento y tampoco mentí al decirle que lo odio. Odio su actitud segura, su alto concepto de si mismo y su ego infinito. Odio su sonrisa ganadora, como se mueve su boca y su forma de mirar. Odio lo que siento cuando me toca. Odio que me tiemblen las piernas cuando me besa. Odio no poder sacarlo de mi mente. Y sobre todo, odio que no lo odio, que lo quiero, que me muero por tenerlo en éste preciso momento.
Amo a L. L ama a alguien más. Que irónico. Qué cómico. Qué, sorprendentemente, usual. He decidido que no estoy hecha para el amor -lo cuál no quiere decir que no esté hecha para disfrutar de sus placeres-. Seguiré mi camino y L seguirá el suyo. Dicen que después de terminar con alguien, el tiempo que uno tarda en olvidarlo -entiendase superarlo- es igual a 1 día por cada mes que estubieron juntos. L y yo salimos durante 1 mes. Han pasado 2 días y definitivamente su imagen está más presente que nunca en mi mente.
Comenzé este post criticando mi propia frase "Tengo que dejar de verte" y terminé dándome cuenta de que lo que debí decir en ése momento es "Te amo, pero lo correcto -lo moral, lo saludable, lo mejor- es que te deje de ver y he decidido que -por una vez en mi vida- voy a hacer lo correcto".
Sabes que no quiero hacer lo correcto. Sabes que te quiero -es más, te necesito-. Pero llegué al punto en que estoy enamorada -¡todo por tu puta culpa!- y no puedo seguir contigo sabiendo que estás con alguien más, sabiendo que te tengo que compartir, sabiendo que estoy en segundo lugar.
En fin, me enamoré otra vez y -¡valla novedad!- perdí otra vez.
L: si lees éste post.. sólo para que lo sepas... me enamoré de ti desde el momento en que me dijiste "es un trato".
1 comentario:
valla valla creia q yo era la unica que´pasaba por la misma situacion..pero tienes razon lo mas saludable lo correcto es seguir cada uno con su camino ... muy bueno felicitaciones !!!!
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