miércoles, 28 de enero de 2009

Casi casi... un mal día

Mi vida es un caos. Vivir en Lima no es tan divertido como solía ser. Quiero escaparme de Lima -más bien del mundo-. Como dijo Groucho Marx: "¡Paren al mundo que me bajo!".


Me despierto en medio de un desorden que sólo yo puedo provocar. Una cartera a mi costado, otra a mis pies, algo de ropa encima mío, un cargador de celular, un juego de sombras, unos lentes de sol, algunos aretes sin par y una cajetilla de cigarrillos "light" -¡maldita publicidad engañosa!-.


Mientras escucho que mi hermano -con quien, desafortunadamente, comparto departamento- me avisa que son las 7 y media de la madrugada -¡cómo si mi despertador no sonara!- intento, sin éxito, levantarme de entre tantos cachivaches. Luego decido que 5 minutos más de sueño me caerían bien y termino despertando a las 8:05 a.m.


Corro al baño y abro la llave de la ducha. Miro -muy detenidamente- el agua correr y, por un par de segundos, la idea de ir a trabajar sin bañarme no suena tan desquiciada. Algún pequeño rezago de pulcritud se apodera de mí y decido que debo ducharme.


Luego de haberme deshecho de más de 1 libra de contaminación limeña me detengo frente al armario a analizar qué ponerme. Tras probarme una par de pantalones y algunas blusas me decido por lo primero que escogí y salgo disparada con un par de aretes en la mano y una cartera que combine.


Me subo al primer taxi que encuentro y, mientras el chofer se deleita con alguna cumbia de moda, me pongo los audífonos del ipod y empiezo a maquillarme -a ver si logro llegar al trabajo ligeramente decente-.


Hoy me siento vapuleada. Hoy no tengo ganas de trabajar. Hoy estoy confundida.


Hoy no sé si estoy tan enamorada de L como pienso. Hoy no sé si G aún sigue vivo. Hoy no sé si SPRTN aún recuerda mi nombre. Hoy no sé si X me sigue odiando. Hoy no sé que voy a hacer con mi vida.


Hoy mi trabajo es corregido. Hoy no me sale nada bien. Hoy mi jefe ve en mi cara que no es un buen día e ignora mi ineptitud. Hoy me preguntan si me siento bien. Hoy estoy triste. Hoy me tropiezo al subir las escaleras del estudio. Hoy se rompe el taco de mi sandalia al bajar del taxi. Hoy no salió el sol. Hoy el ascensor de mi edificio se malogra conmigo adentro. Hoy me viene la regla. Hoy no es mi día. Hoy soy –simplemente- torpe, inútil, incompetente.


Hoy rompí la dieta. Siendo francos, no la rompí: la destruí, la aniquilé, la hice trizas. Hoy me “empujé” varios slices de pizza, libé algunos litros de cebada fermentada en agua y aromatizada con lúpulo -léase cerveza- e inhalé una considerable ración de cigarrillos.


Hoy soy un desastre.


Sin embargo, a pesar de todo, creo que aún tengo motivos para sonreír.


Hoy sentí que un tipo que me encanta coqueteó conmigo. Hoy creo que le gusto a A. No sé si es otra jugada de mi desquiciada imaginación adolescente. No sé si en verdad lo atraigo o sólo me ve como a una niña y me tiene cariño. No sé si en realidad piensa que soy inteligente o finge creerlo para hacerme sentir bien. No sé porqué me pongo nerviosa cuando estoy cerca de él. No sé si L lea éste post y se entere de que me gusta alguien más. En verdad, no importa demasiado, pues tampoco le importo demasiado a L como para producir la mínima chispa de celos. Decidí que, ya que por el momento no puedo -o no quiero- dejar de ver a L, lo tomaré como lo que es: un romance de verano sin ningún compromiso -y sobre todo, sin ningún sentimiento de por medio-.


BRIP!


Suena mi celular y me sorprendo al recibir un mensaje de texto de A. Me desea un buen día y me dice que espera que esté estudiando para mi examen de mañana. Eso me confunde, me emociona y me aterra.


Quiero dejar a L porque siento que no es suficiente lo que tenemos. Soy inmensamente feliz cuando estoy con él pero me duele demasiado saber que nunca será más de lo que es. Quiero alguien que sea únicamente para mí y L no encaja en esa hipótesis de incidencia.


Talvez A tampoco sea para mi pero no puedo evitar que me duela la panza cada vez que lo veo. A surge como algo nuevo, algo que me hace sentir mariposas -aunque puede ser debido a la gastritis- . Algo que me aterra, algo que me encanta.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

La descripción me cae a pelo, hoy me siento una mierda... las cosas no siempre salen bien y hoy la vida no me sonríe. Todo es una cagada, la chamba, la universidad, estoy cansado y no puedo ir a dormir tranquilo porque ando super estresado.
Leer tu blog me relaja, me hace sentir que no soy el único jodido en el mundo, gracias por la compañía :)
Un beso.

*Campanita* dijo...

Gracias a ti por leerme...

Me das motivos -y material- para seguir escribiendo..

Un beso.

Anónimo dijo...

La verdad te admiro por tener este blog y por escribir sin roche lo que piensas y lo que sientes... ojalá fuera yo un 10% como tú. Pero a veces me paltea el que diran y me escondo detrás de un personaje que he creado, para que todos vean, un personaje que es más canchero y más dueño de si mismo. Al otro, al niño que nunca fui, o que sigo siendo, no lo sé, no lo puedo dejar salir, porque me avergonzaría en público, pero es el auténtico, el que sueña y siente y ama... ahí esta escondido y lo muestro a muy pocas personas (ni siquiera a mi familia, imaginate) porque anda siempre despeinado y es poco formal y fuma de vez en cuando y bebe un pelín de más... un verdadero caso de esquizofrenia, diría yo.
Un beso.

*Campanita* dijo...

No creo que se trate del niño que nunca fuiste sino más bien del que sigues siendo -como dices-.
Deberias -aunque sea de vez en cuando- dejarlo salir un rato... Date permiso de ser, de soñar, de sentir, de amar...

Me gustaría -algún día- conocer al verdader JP.

Un beso.

Anónimo dijo...

El problema, como siempre, es el juicio del resto. Cuando recién inicia el viaje, uno cree que puede ponerse por encima de la opinión del resto... y de hecho lo intenta. Sin embargo no siempre es posible, porque para poder estar por sobre el juicio de los otros, uno necesita ser absolutamente autosuficiente, poder mandar a la mierda a todos y cada uno y seguir como si tal cosa... pero luego te das cuenta que necesitas amigos, que piensas en casarte y tener hijos, que necesitas trabajar para vivir... y ahí está el resto, mirándote, evaluándote, juzgándote... y terminas dándole al resto lo que quieren ver y oir y así empiezas a "encajar" (maldita palabra) y puedes seguir con tu vida y lograr lo que anhelas... y como en este mundo todo funciona así, a la mitad del viaje empiezas a darte cuenta de que encajar no es tan terrible y empiezas a pensar que tu fachada no es tan aberrante después de todo... y entonces es cuando el niño empieza a lavarse más, a andar más arreglado, a decir menos groserías... y empiezan ambos a parecerse de una manera curiosa. Nunca serán iguales pero tienen un aire, como los medios hermanos.
Cual es el verdadero? Pregunta curiosa y no siempre fácil de responder... los dos y ninguno, talvez... o algo de uno y algo del otro.
Cual conocer? Tampoco es fácil, depende de lo que quieras ver, o de lo que quieras creer como correcto o verdadero o cualquiera de esas categorías que son tan útiles pero que no siempre significan mucho...
Al final, como decía mi vieja, uno nunca termina de conocer a la gente.
Un beso

*Campanita* dijo...

No digo que dejes al niño suelto todo el tiempo, pero de vez en cuando deberias dejarlo salir un rato, a que tome aire, a que juegue en el jardín. No lo encierres hasta que te haga un berrinche y no sepas como manejarlo.

Por otro lado, no sé porque TU no tienes un blog. Escribes bastante bien. Mis felicitaciones.

*Campanita