¡Me va a explotar la cabeza!
Juro por todos los cielos que nunca más vuelvo a tomar.
Disculparán el desorden con el que, probablemente, redacte éste post; pero -como el título indica- estoy resaqueada.
Los últimos días no han sido los mejores de mi vida. He tenido un problema del cuál no hablaré en el presente blog porque, simplemente, no me da la gana. Sin embargo, les contaré que: ¡me siento hasta el culo!
Llegué el domingo a mi departamento -como todos los domingos luego de visitar a mis padres- y me encontré con un escenario de lo más deprimente. ¡Todo era un desastre! Carteras encima de los sillones de la sala, papeles, botellas de gaseosa, latas de cerveza, paquetes vacíos de piqueos, ceniceros sucios, blusas encima de las sillas, un saco colgando de la manija del refrigerador, el lavadero atiborrado de platos sucios, etc. Sentí -ya que ése es el sitio donde vivo- que eso era yo. Yo era un desastre. Yo soy un desastre.
Me siento mal. Me deprimo. Entro en pánico. Me siento tan sola. Necesito a alguien. Necesito sentir que soy parte de algo. Que soy indispensable para alguien.
L prometió ir a verme y ahora parece que está "muy cansado" como para visitarme. Nunca había hecho algo así pero prácticamente le ruego que vaya a verme. Le digo que muero por verlo y lo atraigo con alguna propuesta indecorosa. Sólo quiero que me abrace. Que alguien me abrace. Que alguien me haga sentir que soy importante. Que soy linda. Que le soy indispensable.
Me equivoco al buscar a L. Necesito alguien que me quiera, no alguien que me desee. L me conoce tanto y sin embargo yo no lo conozco nada. L es un completo extraño para mí. Soy tan ajena a su mundo, a sus cosas, a él. Entonces llega L. Bajo a recibirlo y subimos juntos por el ascensor, donde me besa apasionadamente. Por primera vez, no siento nada. Estoy fuera de lugar, soy una tonta.
L no es para mí. Jamás fue para mí. Sólo soy la mocosa a quien ve cada vez que tiene algo de tiempo libre. Sólo soy la niña ingenua que le cree cuando miente diciéndole que la ama. Sólo soy un pasatiempo más en su ocupado horario. Sólo soy el romance de turno.
No soy capaz de decirle lo que me pasa. No soy capaz de contarle mis problemas. No se los digo. Tampoco le importa.
Quiero odiarlo. Quiero mandarlo a la mierda. Quiero decirle que se vaya, que no lo quiero volver a ver. Sin embargo no puedo. Necesito estar con alguien. Necesito no estar sola. Y lo retengo ofreciéndole placeres más terrenales, más banales, más carnales, más sexuales. Y logro no estar sola -o por lo menos, no estar físicamente sola-.
Ayer llegué a mi casa, luego de clases, y me embargó la misma sensación de aturdimiento. Estos días han sido difíciles. Una charla con un buen amigo sirvió para relajarme un poco, para llorar un poco.
Salí a comer con dos de mis mejores amigos -que, por cierto, son novios entre si-. La pasé bastante bien. Es curioso como los amigos pueden hacerte olvidar por un rato tus problemas. Cómo, escuchando sus anécdotas, puedes olvidar que estás triste, que estás sola.
Llegué de nuevo a mi departamento, pero ésta vez con un ánimo diferente. Un buen ánimo. Un ánimo que no duró más de media hora.
Antes de la media noche ya había ingerido unas 3 ó 4 botellas personales de cerveza. Lo más triste de todo es que estaba tomando sola, lo cual es una actitud de borrachos. Por tanto -y en vista de que no soy ninguna alcohólica como para andar tomando sola- llamé a unos cuantos amigos para que me acompañaran en éste ritual etílico.
Mis amigos, como siempre tan dispuestos a estar conmigo -sobre todo si hay trago de por medio-, acudieron sin demora. Unas cervezas por aquí, unos tequilas por allá. No recuerdo absolutamente nada más. No debo haber sido una buena niña anoche.
Hoy me explota la cabeza. Mis ojos están hinchados y tengo un aliento a alcohol vergonzoso, repugnante. Gracias al cielo no llegue tarde al trabajo y estoy haciendo bien mi chamba -hasta el momento-.
No quiero volver a tomar en mi vida, aunque sé que probablemente beba hoy también.
El alcohol te hace olvidar, te hace dejar de sentir. El alcohol se vuelve tu amigo, el único que está ahí cada vez que lo necesitas. En cada esquina, en cada licorería, en cada bar.
PD: El anterior comentario puede sonar al de una chiquilla que busca llamar la atención bebiendo en exceso y, talvez, eso sea -una chiquilla que busca llamar la atención-.
Juro por todos los cielos que nunca más vuelvo a tomar.
Disculparán el desorden con el que, probablemente, redacte éste post; pero -como el título indica- estoy resaqueada.
Los últimos días no han sido los mejores de mi vida. He tenido un problema del cuál no hablaré en el presente blog porque, simplemente, no me da la gana. Sin embargo, les contaré que: ¡me siento hasta el culo!
Llegué el domingo a mi departamento -como todos los domingos luego de visitar a mis padres- y me encontré con un escenario de lo más deprimente. ¡Todo era un desastre! Carteras encima de los sillones de la sala, papeles, botellas de gaseosa, latas de cerveza, paquetes vacíos de piqueos, ceniceros sucios, blusas encima de las sillas, un saco colgando de la manija del refrigerador, el lavadero atiborrado de platos sucios, etc. Sentí -ya que ése es el sitio donde vivo- que eso era yo. Yo era un desastre. Yo soy un desastre.
Me siento mal. Me deprimo. Entro en pánico. Me siento tan sola. Necesito a alguien. Necesito sentir que soy parte de algo. Que soy indispensable para alguien.
L prometió ir a verme y ahora parece que está "muy cansado" como para visitarme. Nunca había hecho algo así pero prácticamente le ruego que vaya a verme. Le digo que muero por verlo y lo atraigo con alguna propuesta indecorosa. Sólo quiero que me abrace. Que alguien me abrace. Que alguien me haga sentir que soy importante. Que soy linda. Que le soy indispensable.
Me equivoco al buscar a L. Necesito alguien que me quiera, no alguien que me desee. L me conoce tanto y sin embargo yo no lo conozco nada. L es un completo extraño para mí. Soy tan ajena a su mundo, a sus cosas, a él. Entonces llega L. Bajo a recibirlo y subimos juntos por el ascensor, donde me besa apasionadamente. Por primera vez, no siento nada. Estoy fuera de lugar, soy una tonta.
L no es para mí. Jamás fue para mí. Sólo soy la mocosa a quien ve cada vez que tiene algo de tiempo libre. Sólo soy la niña ingenua que le cree cuando miente diciéndole que la ama. Sólo soy un pasatiempo más en su ocupado horario. Sólo soy el romance de turno.
No soy capaz de decirle lo que me pasa. No soy capaz de contarle mis problemas. No se los digo. Tampoco le importa.
Quiero odiarlo. Quiero mandarlo a la mierda. Quiero decirle que se vaya, que no lo quiero volver a ver. Sin embargo no puedo. Necesito estar con alguien. Necesito no estar sola. Y lo retengo ofreciéndole placeres más terrenales, más banales, más carnales, más sexuales. Y logro no estar sola -o por lo menos, no estar físicamente sola-.
Ayer llegué a mi casa, luego de clases, y me embargó la misma sensación de aturdimiento. Estos días han sido difíciles. Una charla con un buen amigo sirvió para relajarme un poco, para llorar un poco.
Salí a comer con dos de mis mejores amigos -que, por cierto, son novios entre si-. La pasé bastante bien. Es curioso como los amigos pueden hacerte olvidar por un rato tus problemas. Cómo, escuchando sus anécdotas, puedes olvidar que estás triste, que estás sola.
Llegué de nuevo a mi departamento, pero ésta vez con un ánimo diferente. Un buen ánimo. Un ánimo que no duró más de media hora.
Antes de la media noche ya había ingerido unas 3 ó 4 botellas personales de cerveza. Lo más triste de todo es que estaba tomando sola, lo cual es una actitud de borrachos. Por tanto -y en vista de que no soy ninguna alcohólica como para andar tomando sola- llamé a unos cuantos amigos para que me acompañaran en éste ritual etílico.
Mis amigos, como siempre tan dispuestos a estar conmigo -sobre todo si hay trago de por medio-, acudieron sin demora. Unas cervezas por aquí, unos tequilas por allá. No recuerdo absolutamente nada más. No debo haber sido una buena niña anoche.
Hoy me explota la cabeza. Mis ojos están hinchados y tengo un aliento a alcohol vergonzoso, repugnante. Gracias al cielo no llegue tarde al trabajo y estoy haciendo bien mi chamba -hasta el momento-.
No quiero volver a tomar en mi vida, aunque sé que probablemente beba hoy también.
El alcohol te hace olvidar, te hace dejar de sentir. El alcohol se vuelve tu amigo, el único que está ahí cada vez que lo necesitas. En cada esquina, en cada licorería, en cada bar.
PD: El anterior comentario puede sonar al de una chiquilla que busca llamar la atención bebiendo en exceso y, talvez, eso sea -una chiquilla que busca llamar la atención-.
2 comentarios:
La DEPENDENCIA es una enfermedad, y estas haciendo de esa enfermedad un estilo de vida. Tienes salud, eres bonita y tienes amigos y una gran familia, no necesitas a un tipo q no vale la pena, a un tipo al q le tienes q rogar q te quiera q te vea o que se quede. Esa no eres tu! Por q insistes en ser alguien q no eres? Te has mentalizado creyendo ser alguien q en realidad no eres. eL AMOR QUE SATISFACE A UNA PERSONA no solo es de un hombre. No digas q estas sola, porque en realidad no lo estas. Muchos dariamos mucho por tener lo q tu tienes. Normalmente suelo ser apacible contigo pero esta vez creo q deberias pensar antes de escribir. No tiene nada de malo escribir lo q sientes - a eso no me refiero - sino al hecho q tienes todo para ser feliz solo q lo desperdicias...
Talvez tengas razón mi estimada.
Talvez escribí lo que escribí sólo porque estaba resaqueada y molesta.
Sea como sea, gracias por comentar.
Te extraño muchisímo!
Te adoro!!
TQMTE-TLV-INH
pd: te veo hoy!!
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