viernes, 6 de febrero de 2009

Summer 09'

¡Qué calor!

¡No puedo conmigo misma! ¡Me provoca quitarme la ropa y andar así por la calle!

El verano llegó y con él el bochorno, el sudor, el sol achicharrante.

Ahora que –para mi desgracia- formo parte de la población económicamente activa (PEA) peruana, o mejor dicho: trabajo, el verano no es lo que solía ser unos años atrás.

Unos años atrás el verano era la mejor época del año. Solía ir todos los días a la playa con mis amigos, usar pequeñas prendas que no dejaban casi nada a la imaginación de mis entonces pubertos espectadores, ir al gimnasio –que quede claro que solo iba a hacer vida social-, salir a bailar a alguna discoteca o pub de moda, beber en exceso y tener esos amoríos de verano que nunca se olvidan.

Hoy por hoy todo es diferente. Ir a la playa ya no es una opción para mí. Entre el trabajo, la universidad, las clases de ingles y las visitas dominicales a mis papás no he podido siquiera soñar con pisar la arena en lo que va de la temporada. Tampoco es que me moleste demasiado, soy conciente de que ya no soy la misma de antes. Los bikinis y las pequeñas prendas veraniegas son algo que ya no se amolda a las dimensiones de mi cuerpo. He pasado a formar parte del clan de las “me da vergüenza usar bikini” y las “amo el invierno porque la ropa disimula mi cuerpo”. No muchos años atrás adoraba pasear por la playa en bikini, usar pequeñas minifaldas y diminutos tops y sentarme en la arena a comer un helado mientras esperaba que algún atractivo muchacho se me acercara a poner más interesante la tarde. No muchos años atrás criticaba a las “acomplejadas” que tenían vergüenza de usar bikini porque no se sentían a gusto con su cuerpo, lo cual me parecía una completa y absoluta falta de personalidad. Hoy soy una mas de ésas “acomplejadas”. Ahhhh.. pero que quede claro que prefiero mil veces eso a salir por la playa con un bikini que se pierde entre mis carnes. Prefiero -50 millones de veces- ser una gorda “acomplejada” a ser una gorda en bikini –que se cree flaca-.

Hoy por hoy llevo más de 3 años sin pisar un gimnasio, 2 años sin pisar una discoteca y media semana sin pisar un bar. Hoy por hoy salir a bailar no me entusiasma como antes. Prefiero tomarme unos tragos, inhalar una buena ración de cigarrillos y disfrutar de una tranquila conversación con alguien que se muestre a la altura. Prefiero sentarme a libar mientras voy perdiendo conciencia de las cosas y sólo cuando el alcohol ya haya hecho un efecto respetable –sólo ahí- podría pensar en bailar un poco –pero sólo lo suficiente como para atraer la mirada del galán de turno-.

Hoy por hoy el calor es insoportable. Vestir sastre con un clima como el que tenemos es criminal. Encerrarme 3 horas en un salón de clases, que no cuenta con el aire acondicionado necesario, a escuchar una lección de finanzas corporativas –por muy ameno, y ligeramente atractivo, que sea el profesor- es una tortura. Felizmente existen heladerías y cafés en cada esquina que me proveen de deliciosos helados y frappes que se encargan de sumar calorías a mi –ya amplia- reserva.

Sin embargo –¡cómo me encantan estos “sin embargos”!- existen cosas que nunca cambiarán: los amoríos de verano. Siempre existieron, existen hoy y existirán por siempre. Cada verano trae consigo una nueva ilusión, un nuevo amor. Podrá ser tormentoso, apasionado, tierno, ocasional e incluso platónico. Sea como sea, son amores que no se olvidan. Son amores que nos marcan. ¡Son amores… -¿Qué les puedo decir?- de verano!

Éste lunes llega a Lima –sólo por un par de días- mi amigo, mi confidente, mi ex-amor de verano: Charlie.

Sé que la pasaremos genial. Tenemos mil cosas por contarnos. ¡No nos vemos hace casi 1 año y medio! Cuento los días para verlo.

Mientras tanto –y para mi desgracia- no dejo de pensar en ti. ¡Si! En ti, extraño de cabello entrecano y ojos perfectos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Y crees que el fulanito de los ojos perfectos (se oye tan gay) se picará al saber del buen Charlie???
O quizá eso es exactamente lo que estás buscando???
Y la opinión del Dr.Legal (en varios sentidos, u know what and who i mean) cual vendría siendo???
PF Doctora, no nos cuente el cuento a medias...

*Campanita* dijo...

No te preocupes anónimo...

Pronto contaré como terminó la historia.

Ahora cuentanos tú...

¿Qué piensas de los amores de verano?

Anónimo dijo...

Amor de verano... suena super bien, pero creo que mejor es llamar a las cosas por su nombre.
¿Amor? Conozco tantas personas que no saben si alguna vez en su vida han estado enamoradas. Pero si que saben sobre la pasión que otros despiertan en ellas. Pasión. Deseo. Sexo. Creo que estaríamos mejor utilizando estas palabras en lugar de colocar apelativos románticos que no sirven sino para desviar la atención de la verdadera motivación de todo esto.
¿Verano? No seré yo el primero que haga la relación obvia entre calor y deseo, ayudado por la escasez de ropa claro está, pero si he de hablar con sinceridad, mi vocación hipersexual (que no considero algo positivo ni de broma, porque los dioses son testigos de la cantidad de problemas que me ha traído) hace que las diferencias estacionales no sean muy relevantes para explicar mi comportamiento altamente primitivo y básico.
Entonces, estos períodos de hipersensibilidad sexual (por llamarlos de alguna manera) me parecen sumamente educativos. Aprendemos lo que debemos hacer para atraer al sexo opuesto a base de cometer estupideces sin cuento y protagonizar papelones monumentales. Cagándola mucho, quiero decir. Y sirven también para aprender a controlar las emociones inoportunas que surgen cuando el objeto de deseo decide que ya estuvo bueno y que es hora de seguir adelante. Sin compañía, muchas gracias. Esas emociones, altamente egoístas y relacionadas a conceptos tan poco elevados como el amor propio, las ansias de posesión, la envidia, la verguenza, etc., se confunden rápidamente con el amor que nunca fué y hacen que nos sintamos miserables e iniciemos un proceso de autoflagelación hasta que, aburridos de sufrir, decidamos empezar de nuevo con la siguiente aventura. A menos que, claro, seamos nosotros quienes demos por terminada la acción y pasemos a la condición de espectadores de la miseria humana que provocamos al terminar con los otros. Algunos disfrutan de todo esto, otros no... pero sin duda todos aprenden.
Esa es, en resumen, mi opinión al respecto. Es una parte del aprendizaje por el que debemos pasar para convertirnos en...
... en lo que sea que nos convirtamos, no lo sé.

El Perro Canalla dijo...

Primero saludar, excelente lo que acabo de leer, soy un acérrimo y perturbado lector de blog's y caí por acá siguiendo una pista algo extraña, pero -y esto lo demuestra- muy complaciente...
Ahora, ¿qué pienso de los amores de verano? para empezar vivo en un lugar del Perú en donde las estaciones son desesperadamente imperceptibles, pero queda la idea, -¿en qué estación estamos? -estamos en verano! aunque no parece... Pero siempre los aires de nuevo año traen algo nuevo, y aunque el que pasó no haya sido el mejor año de tu vida, aunque la hayas visto color de hormiga, aunque tus planes encerrados en una burbuja supuestamente bien armada hayan reventado junto con tus ganas de construirla otra vez, el verano te alimenta, el verano te da fuerzas, te hace abrir más los ojos y regresar de tu pañuelo sub-real y encapsularte en una recién construida burbuja, en la que pones todo lo que quieres hacer, todas las metas que quieres alcanzar, y tratar punto por punto todo en lo que puedas mejorar. Viví un par de amores de verano, pero sólo de verano, y es realmente excelente, el hecho de que no te sientas en una prisión, y que sepas cuando puede acabar es realmente gratificante, y aunque opines que soy un inconsciente sin sentimientos, no suelo ser tan patán, pero si las oportunidades se dan y sale algo por ahí, alguna aventurilla pasajera, pues ¡qué bueno! aprovechemos la oportunidad de relajarnos y gozar lo que venga. Fácil -y es lo más seguro- que no tenemos el mismo punto de vista, saludos!!! Miki.

El Perro Canalla dijo...
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