martes, 17 de noviembre de 2009

Hasta que te tenga que decir adios

Lo encontré.


O tal vez el me encontró. No lo sé.


Estoy –por enésima vez- perdedoramente enamorada.


No he escrito en los últimos meses porque no he tenido la inspiración suficiente como para hacerlo. Las cosas no iban bien y me estaba yendo en picada.


Resumiré los acontecimientos para no causar bostezos ni tomatazos.
JP, mi mejor amigo (o debería decir ex-mejor amigo), ha dejado de serlo. ¿Razón? “C”.
No es que le esté echando la culpa a la guapa C, jamás. Quién sabe si yo reaccionaría igual en su lugar –ok, probablemente no-. Pero no puedo evitar que me moleste un poco su desproporcionada reacción –conste que es solo mi opinión-.
JP y yo solíamos mantener un dialogo abierto y continuo. El era quien mejor me entendía y con quién podía desahogarme sin temor a replicas hirientes y –más importante aún- siempre tenía un buen consejo para mi.
Un día, C –su alma gemela y compañera vitalicia- se enteró de lo estrecha de nuestra relación y no le gustó en lo absoluto. No sé si tendría o no razón en armar tremendo drama pero por más que le expliqué que entre JP y yo no había absolutamente nada más que una muy fuerte –al menos por mi parte- amistad, C se cerró en su mundo. En fin, como ya lo he dicho, si C quiere pelearse sola, quién soy yo para detenerla.


Es así, mis fieles e inexistentes lectores, que JP y yo ya no somos ni amigos, ni conocidos, ni nada. Trato, por todos los medios, de no cruzármelo en la universidad y si –por algún capricho del destino y gracias al diminuto campus universitario con el que cuenta la UPC- me lo cruzo, finjo que no lo veo –más aún, que no lo conozco- y paso de frente sin la más mínima vacilación, actitud con la que el parece estar más que de acuerdo.


Por otro lado, el hombre que hasta hace unos meses era el ser que más odiaba en el mundo entero –después del guardián de mi edificio, claro está- es ahora el amor de mi vida.


No sé precisamente qué es lo que ha pasado, pero resulta que ahora no me lo puedo sacar de la cabeza. G –el cretino, el desalmado, el crápula, el barbaján- resulta ser ahora el príncipe azul de mi cuento.


No sé cuanto dure la magia. Quizá la próxima semana este escribiendo acerca de lo animal que resultó ser G, pero por ahora quiero creer que el me ama tanto como yo lo amo a él. Quiero pensar que él también siente mariposas en la panza al verme. Quiero pensar que G también quiere pasar su vida conmigo.


Sin embargo, esto no será así. En poco más de un mes dejo el país y me enrumbo en una aventura que espero me ayude a madurar y a encontrar a alguien que pueda hacerme completamente feliz, alguien hecho para mi.


Pero, por ahora, quiero pasar cada minuto que me queda aquí cerca de G. Quiero disfrutarlo, quiero amarlo, quiero hacerlo mio a cada instante. G me hace temblar, me estremece. G me ha enamorado de nuevo. Quiero tenerlo -mientras pueda- solo para mi.




1 comentario:

alizzia dijo...

no se si es el destino...

quizas fue una maña de google que encontrara con tu blog...

y sabes que al leer decir rayos...

recordarme todos los momentos melancolicos, catastróficos,frios, mojados-entiendase por la milles de noches llorando-, felices etc etc - son tantas caracteristicas

preguntarme si lo que estoy viviendo ahora, que por cierto me va genial con mi sapo azul, en algun momento acabara, yo lo saboteare o el inconfuldiblemente con lo hombre que es hara algo para estropear todo esto...

definitivmente no estamos solas,


somos varias que pasamos por lo mismo y al mismo tiempo estamos solas...


me muero de la intriga por saber que es lo proximo que te pasara...