¿Y como te sientes al respecto?, dice mi psicoanalista fingiendo interés.
He perdido la cuenta de cuantas veces la he escuchado decir esa frase.
Pues, ¿cómo me siento? Hasta el culo, obviamente.
Una vez más estoy tratando de superar una decepción amorosa y, para mi desgracia, los pasos que solía seguir no me están ayudando lo suficiente. Sobre todo el paso 8 –que solía ser el más eficaz-, no dio los resultados que yo esperaba.
Se ha ido, se ha ido por fin. Sabía que en algún momento se iría de pero no estaba preparada para ello. Es por eso que vuelvo a donde estoy ahora, recostada en un sillón –bastante cómodo- frente a una tía que no conozco y que finge interés por mis dilemas existencias –claro, siempre y cuando le cancele lo acordado después de cada sesión-.
He dormido mucho. He comido demasiado. Me he emborrachado hasta el letargo y he cometido algunas imprudencias de las cuales nos sería sensato hablar aquí.
Aún lo amo, sería inútil negarlo. Lo extraño, me hace falta tenerlo, besarlo, saberlo mío.
Pero –felizmente- cada vez me duele menos, cada minuto es menos largo, cada noche es menos triste. Al menos tengo mil cosas en las cuales ocupar mi tiempo: las clases, los exámenes, el trabajo, el taller, la semana universitaria, la terapia física (sí, hago terapia física porque tengo una hernia en la columna), la “otra” terapia –como prefiero llamarla, antes que “terapia” psicológica-, mis amigos y –por supuesto- este blog. Este blog que, gracias al cielo, existe y me da la válvula de escape que necesito hoy más que nunca. Este blog que es testigo de lo bien y lo mal que lo puedo pasar. Este blog que me deja desahogarme. Este blog que es mi diario de sueños y verdades. Este blog que me ha traido serios problemas. Pero sobre todo, este blog que es lo que soy, lo que quiero ser y lo que –¿quién sabe?, quizás- algún día llegaré a ser.
Por lo menos, ya veo una luz al final del túnel, una esperanza de volver a ser feliz.
Aparece –o quizás toma brillo, pues siempre estuvo ahí- un personaje en mi vida. Un muchacho que empieza a llamar mi atención. Un veintiañero gracioso y elocuente que ha logrado sacarme algunas risas últimamente –cuestión sinceramente imposible estos días-.
No sé si le guste. No importa demasiado. Lo que importa es que tengo una nueva esperanza, una nueva ilusión, una razón para maquillarme en las mañanas y ésta razón toma la forma de M.
No hay comentarios:
Publicar un comentario